A separar el colesterol bueno del colesterol malo

Llegó el gran día, ese que la Secretaria del Trabajo ha estado esperando desde que llegó a su silla y que tantas veces ha repetido con un ejemplo médico, “hay que separar el colesterol bueno del malo”.
Y tal parece que quedó claro después de leer los proyectos de Ley, las iniciativas, a todas las voces del sector de la subcontratación (outsourcing), empresarios, organizaciones civiles, cúpulas empresariales, líderes de los trabajadores, abogados y a todos los hombres y las mujeres que ya tienen en claro lo que nos han querido explicar con esta sustancia que puede ser maligna o que puede ser buena, y el resultado es uno solo.
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El colesterol bueno está representado por Ricardo Monreal, quien pide en sus redes sociales dar inicio a un ejercicio legislativo innovador para consensuar las modificaciones a la ley laboral en materia de subcontratación (outsourcing) en donde participarán los sectores social, económico y gubernamental, e insiste en que lo más importante es llegar a acuerdos.
Y por otra parte, el colesterol malo, representado por Napoleón Gómez Urrutia, “Napito”, quien una vez más ha intentado a través del golpismo, del madruguete, de la conspiración y de su máximo atributo:“la corrupción”, eliminar un sector boyante generador de empleo e impulsor de la productividad y que pretende controlar a través del sindicalismo opresor, de confrontación patronal, y parafraseando al colesterol malo, que mataría a toda una nación.